Un día, el protagonista de esta historia estaba en su trabajo, como de costumbre. Todo era igual: el mismo lugar, la misma calle, nada fuera de lo común.
De repente, mientras caminaba por la calle, escuchó un ruido que sonaba como el llanto de un perro. Intrigado, se acercó y se dio cuenta de que el sonido provenía de un pozo. El pozo estaba lleno de barro. Miró hacia abajo y vio a unos cachorros, completamente cubiertos de suciedad. Notó lo difícil que les resultaba moverse y sintió una profunda compasión por ellos. Sin pensarlo dos veces, hizo todo lo posible por rescatarlos.
Afortunadamente, lo logró. Después de sacarlos del pozo, tuvo que asegurarse de que realmente eran cachorros, ya que estaban tan sucios que casi parecían ratas.
Era sorprendente ver lo cambiados que estaban, tanto que le costó reconocerlos. Con su bondadoso corazón, los llevó a casa, los bañó y les dio de comer. Pronto, esos cachorros maltratados revelaron ser adorables. El joven decidió adoptarlos y comenzó a cuidarlos con dedicación.
Rescatar sus vidas fue una experiencia tan conmovedora que sabía que sería difícil despedirse de ellos. Ahora, esos cachorros han crecido y se han convertido en miembros inseparables de la familia.
Ojalá hubiera más personas como este joven en el mundo, para que nuestro planeta sea un lugar mejor para todos.