La noche en que Isabelle nació prematuramente, Christine Finck, jefa de cirugía del Centro Médico Infantil de Connecticut, acababa de comenzar su turno.
Lo que no sabía entonces era que esa noche marcaría un antes y un después en su vida. Isabelle llegó al mundo con gastrosquisis, una rara y grave afección que afecta a menos de 2,000 bebés al año en Estados Unidos, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Christine realizó una cirugía de emergencia a la pequeña, salvándole la vida. Durante las semanas siguientes, se mantuvo cerca de Isabelle, quien requería atención médica constante para sobrevivir.
Afortunadamente, en los meses de septiembre y octubre, Isabelle comenzó a mejorar, y para diciembre estaba lista para ir a casa.
Sin embargo, fue en ese momento cuando la madre de Isabelle expresó que no podía hacerse cargo de ella. Ante esto, Christine tomó una decisión trascendental: adoptaría a la pequeña.
«Recuerdo que se sonrojó y me dijo: ‘Sería maravilloso, porque tú eres quien mejor la conoce’», relata Christine. «Pasaba mucho tiempo a su lado, y verla tan frágil pero a la vez tan fuerte me hizo sentir una conexión especial con ella. Curiosamente, las enfermeras de la UCIN siempre bromeaban diciendo que acabaría llevándomela a casa, lo cual resultó ser cierto».
A pesar de que Isabelle aún necesitaba cuidados médicos y no podía consumir alimentos sólidos, Christine se comprometió a darle la mejor vida posible.
El primer alimento sólido que Isabelle probó fue una galleta de chocolate…
Hoy, Izzy tiene 7 años. Disfruta de la música, la natación y jugar con sus hermanos. La vida le brindó a Isabelle la suerte de encontrar a Christine, y es inspirador ver cómo ambas han encontrado su lugar.
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