Cuando Claire y Aaron fueron a un restaurante para celebrar su 25 aniversario de boda, Claire notó algo perturbador: su marido parecía distraído, prestando demasiada atención a una camarera joven y atractiva. Incapaz de soportar más la situación, Claire se levantó para ir al baño, buscando un momento de respiro.
Al regresar, vio cómo la camarera le entregaba una nota a Aaron. ¿Qué podría haber escrito en esa nota?
Después de 28 años juntos, 25 de ellos casados, uno esperaría que su pareja siguiera mirando solo a ti, ¿no? Que aún le importas, que te presta atención, y que no te da por sentado. Pero, aparentemente, Aaron tenía otros pensamientos.
Habíamos salido a celebrar nuestras bodas de plata, y yo estaba emocionada, envuelta en una sensación de amor, como si Cupido mismo nos hubiera bendecido nuevamente. ¿Aaron? Bueno, él tenía la mirada puesta en otro lugar.
Esto fue lo que pasó.
El restaurante me era familiar. El rico aroma a mantequilla con ajo y el sonido de los filetes chisporroteando en las parrillas llenaban el aire, igual que en nuestra primera cita, 25 años atrás.
El escenario debería haber sido perfecto, lleno de nostalgia y romance, pero en lugar de sentirme feliz, un nudo comenzó a formarse en mi estómago.