Según los científicos, los perros pueden experimentar emociones básicas como miedo, alegría, amor e ira, pero no comprenden sentimientos más complejos como la culpa.
Por lo tanto, un golden retriever llamado Jin Mao no estaba molesto por lo que había hecho, sino por la reacción de su dueño.
Después de devorar una bota nueva, Jin Mao se escondió bajo la mesa y, aprovechando que su dueño estaba distraído, se escapó de casa. Su dueño, preocupado por la desaparición de su perro, lo buscó en vano durante toda la noche.
A la mañana siguiente, la búsqueda continuó sin éxito, y el dueño estaba muy triste. Sin embargo, al mediodía, Jin Mao regresó a casa como si nada hubiera pasado. Estaba limpio, bien alimentado y juguetón, lo que hacía pensar que no había estado vagando por las calles toda la noche. Pero, ¿dónde había estado?
La respuesta estaba en una nota atada al collar de Jin Mao. El dueño de una pequeña tienda de comestibles cercana explicó que el perro había entrado en su tienda en la madrugada y se había comido ocho pasteles de carne que estaban destinados a la venta.
Después de saciar su apetito, Jin Mao se acomodó bajo el mostrador. El dueño de la tienda decidió dejarlo pasar la noche allí y, a la mañana siguiente, lo devolvió a su hogar con una nota explicativa.
Ahora el dueño de Jin Mao tuvo que gastar dinero no solo en una bota nueva, sino también en tartas. Después de este incidente, decidió no regañar a su mascota para evitar futuros daños materiales. Si te ha divertido esta historia, compártela con tus amigos y familiares.